miércoles, 26 de agosto de 2009

A la hora de la siesta

Tras un suculento almuerzo, los que no descansamos con la típica siesta andaluza, nos sentamos en las escaleras de la entrada a la sombra de la higuera. Para los que somos de ciudades cuyas asfixiantes temperaturas infernales no nos permiten salir a la calle antes de la puesta de sol, es revitalizante poder permanecer a esas calurosas horas veraniegas sentados a la interperie. Allí plantados dedicamos el tiempo a charlar sobre cualquier cosa que se nos pase por la cabeza y ha sido así como nos hemos ido conociendo casi todos. Aparte del grácil ejercicio de la lengua durante la cháchara y el continuo movimiento espantador-de-moscas, solamente nos reactivamos para hacer uso de los artilugios malabarísticos que algunos de los voluntarios han traido o que hemos encontrado por ahí. Al principio prueba todo el mundo, pero solo permanecen intentándolo aquellos que o se hayan desesperadamente aburridos o cuyo afan de superacion sea mas alto que la ausencia de ganas de agacharse a recoger el palo chino o las bolas cada vez que uno se confunde (que en general suele ocurrir muy a menudo sobre todo cuando se está empezando). Aparte de eso, la tarde transcurre con tranquilidad hablando de nuestra vida.
Otro caso similar ocurre justo antes de cenar, cuando estamos ya la inmensa mayoría duchados y fresquitos, en la que más allá de darle a la lengua, los personajes del campo de trabajo cuentan sus mejores (o no) chistes, amenizando la velada para hacernos olvidar que tenemos hambre y que lo único que nos queda es esperar a los rezagados practicantes de ducha libre que aprovechan los últimos 5 minutos para pegarse un remojón.
Así, día tras día, despues de levantarnos, "trabajar", comer, "dormir la siesta", practicar actividades, cenar y contar chistes, se nos está pasando la semana completa, y antes de que nos demos cuenta estaremos de nuevo en nuestras respectivas casas echando de menos la fresca sombrita de los escalones de la higuera.

Mari Paz

Senderismo por el Collado de la Burrica


LUGAR DE PARTIDA
: ERMITA DE LA VIRGEN DE LA CABEZA
DURACIÓN: 4HORAS DISTANCIA: 3 KMS.
DIFICULTAD: MEDIA - BAJA

DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO:


A través de éste recorrido pretendemos dar a conocer los aprovechamientos forestales que han tenido y tienen
los montes de Sierra María. Aunque en un primer momento nos pueda parecer que atravesamos una zona natural y
alejada de la mano del hombre, poco a poco iremos viendo cómo los habitantes han ido dejando su huella a través del
tiempo transformando el hábitat en el que nos encontramos.

Iniciamos el recorrido en la Ermita de la Virgen de la Cabeza. Junto a ella encontramos una fuente y los abrevaderos para las ovejas que pastan por la zona.

A 200 metros pasamos por el edificio del Jardín Botánico Umbría de la Virgen, una antigua casa forestal (1907)
que en los 80 se empleó como refugio de montaña y actualmente forma parte de las instalaciones del jardín.
Este lugar fue uno de los pioneros respecto a repoblaciones a nivel provincial. Ya en 1905 se hizo un estudio
de la vegetación existente en estas laderas y se concluyó que el nivel de destrucción de la masa forestal había sido tan elevado que era necesario recuperar el bosque.

Continuamos por la pista atravesando un bosque de pino negral (pinus pinaster) repoblado hace más de 60
años. Podemos ver cómo al otro lado del camino, donde no se efectuó la repoblación, abundan las carrascas y los enebros, además del piorno azul (superamos los 1400m de altitud).

El encinar es la vegetación potencial de la zona, que tiempo atrás cubría la mayor parte de la media montaña.

Nuestro camino asciende suavemente con unas vistas excelentes: llanos de almendros y de cereales junto con
pequeñas zonas de regadío rodean la población de Maria (alrededor de 1000 habitantes).
En Maria, a parte de la agricultura, hay que destacar la elaboración de jamones y embutidos.

Hacia el Norte vemos El Gabar de 1510 m de altura, hacia el Noroeste se extiende la zona de Los Barrancos,
La Sierra del Oso, los Llanos de Topares (protegidos como zona ZEPA por las aves esteparias que cobijan) y las
poblaciones de Las Cañadas y La Puebla de Don Fadrique (Granada). Cerca de ésta última se alza majestuosa La
Sagra con más de 2300 metros.

Esta es una región de clima mediterráneo continental dónde la vegetación varía según si es umbría o solana y
según la altitud a la que nos encontremos. Por este motivo se puede pasar de tomillares y espartales en la parte baja y
soleada, a espinares caducifolios en zonas más húmedas. La media montaña está formada por un bosque mixto de
encinares y pinares a entre los que destacan los pinos laricios que soportan la nieve y el viento. Pueden llegar a habitar
hasta los 1700 metros de altitud. Más o menos a esa altura nos encontramos con una repoblación de pino silvestre. El
pino silvestre soporta muy bien la altitud, el frío y la nieve, por este motivo se intentó introducir en la parte alta de la
sierra. Su corteza fina, sus pequeñas piñas y acículas lo hacen fácilmente identificable. De manera natural lo
encontramos en la Sierra de Baza: Pinus silvestris subsp. nevadensis considerado en peligro de extinción.

Entre los pinos silvestres, hay dos pozos de nieve (ver el bolg: pozo de nieve ). Se tiene constancia de varios pozos de nieve en la Sierra de Maria, varios de ellos situados por debajo de los 1500 de altitud. Esto nos indica que quizás en tiempos
no tan lejanos las nieves y el frío eran más intensos que en los últimos inviernos.

Finalizamos nuestro recorrido en el collado de la Burrica. Aquí vemos otro pozo de nieve y también una
magníficas vistas tanto de la parte meridional de la Comarca de los Vélez, como de la Sierra de las Estancias, Sierra de
Baza y Sierra Nevada.